La novela española en las tres décadas posteriores a la Guerra Civil: Cela, Delibes y Martín Santos



Guerra Civil

En 1936 la sublevación militar del general Franco y el general Mola da comienzo a la Guerra fratricida más sangrienta de la historia de España, que finalizará con la victoria del bando desleal a la República en 1939, dando inicio al régimen dictatorial franquista. El conflicto supondrá la ruptura con las líneas de producción artística anteriores a la guerra. Durante este período bélico los escritores de uno y otro bando pondrán su obra a disposición de la causa a la que apoyan.

El fin del conflicto armado da lugar a una época marcada por la ausencia de libertad de expresión y una censura férrea sobre las obras artísticas. El régimen franquista promoverá un arte al servicio de los valores que defiende el bando nacional: patriotismo, heroísmo, cristianismo, y en general los valores tradicionales de la familia patriarcal. Con el paso del tiempo se experimentará una cierta apertura en la censura, que dará paso a líneas literarias más sensibles con la realidad socio-política del momento.

La novela en el exilio

Autores como R. J. Sénder, Rosa Chacel y Francisco Ayala dejaron España por la guerra civil (Generación perdida), y sus obras no se han conocido aquí hasta hace poco. Entre los temas que recrean estos novelistas están: el pasado de España, sobre todo la guerra civil; la añoranza de España, imaginándose la realidad del país y pensando en el regreso; y la realidad del exiliado (adaptación al país de acogida).

La novela realista-tremendista (1940-1950)

La mayoría de novelas de estos años se basan en la guerra civil y sus consecuencias pero también influyen la picaresca, el Siglo de Oro y Baroja. Los principales temas son la incertidumbre de los destinos humanos y la ausencia o dificultad de comunicación. En cuanto a técnicas narrativas, el protagonista suele ser un individuo violento, oprimido o indeciso en una situación límite. El espacio y el tiempo se reducen a interiores urbanos y pocas horas. Predomina el narrador en primera persona y expresa sus sentimientos y pensamientos mediante monólogos. El lenguaje no es muy artístico y el registro es coloquial. Destacan La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes; Nada, de Carmen Laforet y La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela.

Cela
Esta última revela los aspectos más violentos y crueles de la existencia, por lo que se la ha considerado precursora del tremendismo. Pascual Duarte es un campesino condenado a muerte que cuente sus propios crímenes en primera persona, condicionados por el ambiente familiar y social. Es un antihéroe abandonado que utiliza la violencia para impartir justicia. Es un narrador subjetivo ya que sólo cuenta lo que le sirve para justificar sus crímenes. El lenguaje es coloquial, con decoro, y el vocabulario rico. Está influenciada por la novela picaresca (Lazarillo de Tormes: autobiografía, antihéroe, baja condición social) y por la naturalista (condicionado por el entorno social y por la herencia: el determinismo).

La novela social (1950-1960)

En estos años de recuperación económica la censura es más tolerante y se permite la entrada de nuevas corrientes literarias a España, como el neorrealismo italiano y la Generación perdida americana (Faulkner, John Dos Passos, Hemingway). Los escritores de esta década se comprometen con los problemas sociales del momento y quiere ayudar a transformar la realidad con la reivindicación social.

DelibesSe aprecian dos tendencias: el objetivismo, donde el escritor es un mero espectador que cuenta la realidad sin opiniones (El Jarama, de Sánchez Ferlosio); y el realismo social, donde el autor explica y denuncia las injusticias simplificando el estilo y la técnica (Las ratas, de Delibes). El tema principal es la sociedad española y su separación. De la vida rural se muestran las condiciones infrahumanas de la población rural (Los bravos, Fernández Santos). De la vida urbana se critica a la burguesía. Del mundo obrero se refleja el proceso de adaptación y los conflictos del mundo rural a la industria (Central Eléctrica, de López Pacheco). Las técnicas narrativas son sencillas y sobrias. El personaje suele ser un colectivo, pasivo o luchador.

Predomina el tiempo lineal y escaso. El narrador es testigo y en tercera persona, pero sin opinar, influenciado por el conductismo, que pretende conocer al individuo por la observación de su conducta. La novela se divide en capítulos sin título en forma de fragmentos. La colmena (Cela) es un buen ejemplo de estas novelas. No tiene argumento ni desenlace. El protagonista es la ciudad de Madrid y sus gentes. La duración es muy corta y se adapta la simultaneidad de situaciones (técnica caleidoscópica).

La novela experimental (1960-1975)

A partir de los años sesenta, los narradores emprendieron una renovación formal de la novela, concediendo mayor importancia al lenguaje y a los modos de estructurar el relato. Estas aportaciones vendrán de la mano de autores pertenecientes a generaciones distintas.

Las características de esta nueva novela son:

  • Experimentación con las formas de narrar: surgen novelas epistolares, monólogos de principio a fin, narraciones ininterrumpidas (sin puntuación).
  • Perspectivismo: alternancia de distintos narradores en la novela, para que la historia se contemple desde puntos de vista diferentes.
  • Entrada a la fantasía y a la mezcla de lo mágico con lo real.
  • Saltos inesperados en el tiempo. Se abandona la linealidad en el tiempo narrativo. 
La novela que inaugura esta etapa de experimentación es Tiempo de silencio Tiempo de silencio(1962) de Luis Martín Santos. Es una novela que narra la historia de un médico al que un pobre de los suburbios proporciona ratones para experimentos, pero que al provocar la muerte de su hija es despedido y se va de la ciudad para dedicarse a la medicina rural Pese a su argumento realista, esta novela posee todos los ingredientes de la renovación: distintas voces narrativas, saltos temporales y alternancia de todo tipo de lenguajes. Otras obras experimentales presentadas como largos monólogos son San Camilo 1936, de Cela y Cinco horas con Mario, de Delibes. En San Camilo 1936, el anónimo protagonista, ante el espejo, reflexiona caóticamente sobre los sucesos vividos durante los tres primeros días del alzamiento militar que desemboca en la Guerra Civil.
En Cinco horas con Mario es Carmen Sotillo la que rememora sus veinte años de matrimonio ante el cadáver de su marido. Otras novelas renovadoras que se pueden señalar son Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé; Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Volverás a Región, de Juan Benet, y La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester.

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